Coloquialmente cuando decimos sexo, solemos referirnos a la sexualidad. Mucha gente confunde ambos términos. Decimos tener sexo. Claro, es más complicado decir tenemos sexualidad. También decimos hacer el amor, cuando nadie sabe del todo si el amor es algo que puede hacerse, o más bien conquistarse y para nada centrado en una única persona.
¿Qué es el sexo? Sin duda algo que compartimos con otras especies de seres vivos. Una diferenciación. Una división. Cuyo objetivo es la unión. Y cuyo objetivo último es la muerte de los protagonistas de esa unión, cuyo objetivo último a su vez es la supervivencia/mejora de la especie. Sí, el sexo lleva implícita la muerte. No sólo la ‘pétite mort’ como denominan los franceses a un buen orgasmo. Implica también relegar la individualidad a algo bastante secundario en el diseño biológico.
Esa unión es generalmente temporal, y cuyo objetivo a su vez es la generación de un ente nuevo, un hijo/a, replicante o llámale como quieras. Eso es por diseño. Y esa temporalidad suele venir ceñida por los periodos de celo, o de fecundación, que curiosamente en el ser humano no está prácticamente ceñida por nada.
Esa unión, en el ser humano, dado que no está constreñida por ninguna ttemporalidad, es lo que llamamos sexualidad. Una cualidad de lo sexual, de esa unión de los diferenciados en el sexo. Al no tener marcados periodos de celo, los humanos pueden practicar siempre que quieran -o puedan- esa unión. No son la única especie que lo hace. Los monos bonobos también, y se ha investigado y descubierto que la sexualidad en los chimpancés bonobos tiene la función de aplacar la agresividad y mantener por ello mismo unido al grupo. Parecen llevarlo a un extremo, comparado con los humanos: muy a menudo copulan unos con otros casi sin distinguir parentescos ni filiaciones.
Mencionaba antes el amor, insinuando que es algo no necesariamente relacionado con la sexualidad -quién sabe si con el sexo-, que debe conquistarse y va más allá de una única persona/unión. Pero probablemente sí que tiene relación con… ¿la sexualidad o el sexo o con…?
Tenemos ejemplos clarísimos de otras especies de mamíferos superiores, en especial madres cuidando a sus bebés, que despliegan conductas no sólo protectoras, sino de sumo cariño e incluso de sacrificio hacia sus retoños. Eso es algo muy parecido al amor, diría yo. Hacia un sólo ente, vale. Pero es que también vemos ejemplos de colaboración p.e. entre hembras leonas o elefantas cuidando los retoños de otras hembras que estan temporalmente ausentes.
¿Sienten amor las plantas? Difícil de contestar a eso, aunque hay indicios de que… ¡quién sabe! Se han hecho experimentos que demuestran que ciertas plantas o árboles ayudan a otro de su especie al que se la restringido el agua o los nutrientes esenciales. ¿Es eso amor? ¿Ayuda o colaboración desinteresada? También en las plantas vemos diferenciación sexual, claro.
La sexualidad aplaca la agresividad, eso está claro. No parece estar directamente ligada con la génesis de ese sentimiento llamado amor. A Jesucristo en los Evangelios no se le relatan experiencias de sexualidad. ¿Será que el amor es propio de conciencias altamente evolucionadas? Eso podría implicar otorgar conciencia a las plantas, quién sabe, lo cual complicaría la ecuación. Victor Frankl describe cómo en los campos de concentración nazis, bajo tanta penuria de alimentos, higiene, etc. la sexualidad era de las primeras cosas que desaparecían en esos seres humanos recluidos, desnutridos y maltratados (eso lleva a deducir que realmente no es un instinto, una pulsión vital). Sin embargo ahí se dieron episodios de amor hacia el prójimo increíbles: personas que se declaraban culpables de una pequeña falta que no habían cometido, y que morían por ello, se sacrificaban tan sólo para intentar salvar a otra a la que consideraban que debía sobrevivir a ese horror. Si eso no es amor… que baje Dios y me lo explique.
No sabemos prácticamente nada, ni del sexo, ni de la sexualidad, ni del amor. ¿Nos estaremos haciendo las preguntas adecuadas?
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